Una doctora en una conferencia se transforma.
“Niños Ferales” es una pieza escénica indisciplinada que se adentra en el territorio de lo salvaje, lo olvidado, lo no humano. Inspirada en casos reales de niños criados fuera de la sociedad —entre lobos, perros o la nada misma—, la obra cuestiona qué nos hace humanos: ¿el lenguaje, el afecto, la mirada del otro?
A medio camino entre teatro, conferencia performativa y ritual poético, el escenario se convierte en selva, laboratorio, circo, juicio y manada. Los testimonios se mezclan con la ficción, los cuerpos se transforman, las palabras se deshacen. Una académica racional comienza a mutar en plena ponencia. Un niño rana es acusado de fraude. Una loba se indigna por la osadía del ser humano al llamarse civilizado.
En un mundo donde los monstruos han dejado de asustar para volverse deseables, esta obra es una grieta por la que se cuela lo incontrolable. Un viaje hacia la Tierra Hueca, donde tal vez podamos recordar cómo era vivir sin lenguaje, sin miedo, sin fronteras.
“Niños Ferales” es una pieza de teatro performativo, indisciplinado y visceral, donde lo humano se pone en duda, lo animal toma el micrófono y lo salvaje no es una metáfora: es una posibilidad.
Basada en casos reales, mitos, TED Talks, monólogos judiciales, documentales, redes sociales, archivo científico y una loba con tetas de silicona, esta obra parte de la pregunta: ¿qué nos hace humanos cuando todo lo demás falla?.
Hay amor, juicio, transformación, tetas de animal, humor negro, selva, una doctora embarazada que huele el suelo, y un niño-lobo que solo come la piel de la manzana.