Este es el punto de partida de esta Gramática, una sátira humorística que expone nuestra relación con el
vasto legado que constituye, según Lázaro Carreter, nuestro patrimonio común más sólido: la Lengua.
Imaginemos que un buen día, de forma accidental, una mujer convencional se convirtiera de la noche a la mañana en una consumada erudita de la lengua y la gramática. Imaginemos, a su vez, a un reputado neurocientífico dispuesto a someter a la mujer a un intensivo proce so de desprogramación lingüística. En este caso no se trataría de refinar verbalmente al personaje, sino, inversamente, de devolverlo a su estado primario de limitación expresiva para evitarle, de este modo, los trastornos de inadaptación social originados tras su inapropiado accidente.
¿Puede la competencia lingüística generar marginación social? ¿Puede el uso de una corrección sintáctica impecable resultar ofensivo para algunos? ¿Incluso antidemocrático? ¿Es transgredir las normas gramaticales el último objetivo «woke» en la lucha contra la cultura hegemónica ¿El declive inexorable de la civilización parte del reduccionismo lingüístico, con la renuncia que ello supone al pensamiento complejo? ¿Cuánta verdad hay en lo que afirma Gabo de que nuestro idioma es fabulosamente eficaz, pero también fabulosamente olvidado?