‘Pupa, pupita, pupila’.
Un masaje de la visión, un masaje durará una hora, el teatro también, el sueño, sin embargo, será más breve.
Para entonces habremos llegado a puerto.
Pides cita, llegas al centro, te recibe una persona, te invita a tumbarte en una camilla al lado de una mesa con pequeños objetos y alguna pastilla.
Que si hace calor, que si una manta, te pide que dejes caer los ojos, que los abandones en el fondo del cráneo y que le ofrezcas los párpados.
Claro, es un acto de generosidad y disposición a la aventura. A partir de ahí, se apagan las luces y comienza un masaje singular que te recuerda que en sueños continúas viendo.